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Arte, lenguaje y comunicación

Tarea 5.1 Resumen del tema 5.

El arte se puede considerar un lenguaje porque transmite mensajes, aunque es diferente del hablado, ya que usa colores, sonidos, espacios, movimientos, etc., para expresarse en vez de palabras.

El arte como lenguaje.

La interpretación del arte como vehículo de expresión y comunicación está relacionado con la ruptura con las teorías que limitaban qué era arte y qué no, que se dieron a principios del siglo XX, y que supusieron una crisis en las artes tradicionales (pintura, escultura y arquitectura) y la aparición de nuevas como la fotografía y el cine.

En la década de los sesenta se buscó qué distinguía a las artes de otros sistemas de comunicación, siguiendo metodologías usadas en sociología, psicología y en las ciencias, en orden a establecer las leyes o pautas que determinan el comportamiento artístico.

Hoy en día se considera errónea esa identificación arte-lenguaje, ya que, a pesar de que compartan algunos elementos comunes, de las artes surgen elementos que no pueden ser analizados con ese enfoque, especialmente en el arte moderno.

El arte está fuera de los procesos comunicativos porque una obra requiere de una interpretación, especialmente en las actuales. Además, esa interpretación cambia según evoluciona el contexto histórico.

Teatro Arriaga, Bilbao.

La música como sistema de comunicación.

La música es comparable al proceso de comunicación, ya que, aparte del componente estético, tiene la capacidad de generar una reacción específica en el oyente si este es sensible y capaz de interpretar el mensaje.

La música improvisada es una expresión espontánea del ejecutor y las músicas populares derivan de ella. A su vez, estas han servido históricamente de inspiración a los compositores.

La comunicación musical ha servido al ser humano para liberarse de las dificultades del mundo real y desarrollarse como persona. A pesar del paso del tiempo, el compositor puede comunicarse con su público después de su desaparición por medio del intérprete. Cada interpretación es diferente según el contexto, y de ella depende la comunicación que se establezca entre intérprete y público para compartir el mensaje original del compositor.

A pesar de que la diversidad cultural puede modificar la interpretación del significado de cada obra musical, no pierde por ello su carácter universal.

Una de las definiciones de lenguaje es “manera de expresarse”, por lo que se pude considerar a la música como un lenguaje, aunque con un carácter más abstracto que los idiomas.

Museo Guggenheim, Bilbao.

Comunicar el arte

Los museos de arte viven una revolución tecnológica que permite realizar visitas virtuales interactivas y la comunicación puntual entre público e institución, lo que está afectando de lleno al arte. La comunicación del arte, además de la contemplación, requiere contextualización, explicación y difusión del mensaje para la posterior interpretación de cada uno.

En cualquier exhibición de arte el marketing y la comunicación son esenciales para que resulten exitosas. El correspondiente plan de comunicación debe transmitir dos mensajes: el artístico que parte del autor adaptado por el comisario, y el comercial. Debe quedar claro cuál es el valor de lo que estamos ofreciendo, y hacerlo bien es uno de los retos para este siglo.

¿Puede el arte no comunicar nada?

El contexto sociocultural determina si es posible el proceso de comunicación del arte entre el productor y el consumidor. Básicamente se puede dividir el acto de creación en dos partes: la concepción surgida de la imaginación y la materialización. Es en esta última donde se encuentra el mensaje artístico, mientras que el discurso comunicativo abarca a las partes y depende del contexto sociocultural.

En los últimos tiempos, las posiciones interpretativas han evolucionado desde las más elitistas a las más masivas. Según la teoría de la comunicación artística, el receptor debe conocer un mínimo del contenido simbólico de la obra a partir de las pistas que deja el autor, para así “engancharse” y poder interpretarla eficazmente. A partir de ahí, la interpretación de la obra depende de las características personales del receptor.

Resumiendo, el proceso de interpretación es un proceso de traducción determinado por múltiples factores y, por tanto, complejo. De hecho, la información comunicada puede ser diferente según el contexto en el que se produzca el proceso e, incluso, no llegar a producirse.

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Un mar de emociones

Tarea 4.1 Breve trabajo de descripción de las emociones personales vividas con al menos 2 obras de arte, comparando ambas manifestaciones artísticas y reflexionando sobre las sensaciones comunes y dispares entre ellas .

Durante mi adolescencia, en los años 80 del siglo pasado, únicamente existían los dos canales de Televisión Española y, además, hasta mediados de la década, el aparato del que disponíamos en casa, que había retransmitido la llegada del Apolo XI a la Luna (como ya comenté en La Luna no estaba tan cerca), ya no tenía fuerzas más que para recibir el primer canal. Pero la escasez no está reñida con la calidad y, aparte de los programas que comento en esa entrada, me gustaban mucho las series que contaban la vida de personajes famosos como Santiago Ramón y Cajal, Giuseppe Verdi y Richard Wagner. Recuerdo especialmente esta última, ya que me tenía impresionado, y no solo por el fuerte carácter del músico alemán y la complicada vida que llevó a todos los niveles; ni por el extraordinario reparto, encabezado por Richard Burton encarnando al músico, junto con Vanessa Redgrave y Lawrence Olivier. Era por la extraordinaria fuerza expresiva de la producción, conseguida gracias a la magistral combinación de las imágenes con la música. Y eso era así desde el principio de cada capítulo, con los títulos de crédito, que me parecían hipnóticos. La serie se grabó en 1983 y aquí os dejo el primer capítulo, donde los primeros 6 minutos corresponden a mi comentario.

Cada capítulo empieza con la música de la marcha fúnebre de Sigfrido, perteneciente al tercer acto de la ópera El ocaso de los dioses. Esta obra cierra la tetralogía El anillo del nibelungo, tras El oro del Rin, La valquiria y Sigfrido, y está basada en elementos de la mitología germana y de las sagas nórdicas. En la primera de las óperas se narra la historia del robo por un nibelungo del oro que estaba escondido en el fondo del río Rin, con el que fabrica un anillo. Al comienzo de cada capítulo se alternan imágenes del Rin y del nibelungo fundiendo el oro con las de los escultores haciendo bustos de bronce del músico. Además, en el primer episodio se añaden imágenes del cortejo fúnebre de Wagner en una góndola que recorre los canales de Venecia, donde murió. Es decir, se combinan los elementos de las óperas de Wagner, marcha fúnebre de Sigfrido, río Rin y fundición del oro, con los elementos de la muerte del músico, cortejo fúnebre, canal veneciano y fundición del bronce, queriendo mostrar un paralelismo entre el autor y su obra.

Como la calidad del audio de YouTube no es buena, a continuación he insertado un enlace a una grabación reciente de la marcha fúnebre de Sigfrido. El uso de la alternancia entre delicadeza y fuerza de la orquesta consigue expresar magníficamente el drama, la tristeza y la melancolía.

Atraído por la música de Wagner, años después compré un doble cd con algunas de las partes más conocidas de sus óperas, todas ellas en versión concierto: El holandés errante, Tannhäuser, Lohengrin, Los maestros cantores de Nürenberg, etc.

Pero había una entre ellas que me parecía distinta a las demás, con una melodía triste e inquietante, que empieza suavemente y va ganando fuerza poco a poco, en la que en algunos momentos parece que los instrumentos de cuerda dialogan con los de viento, respondiendo unos a las preguntas de los otros. Después, liderada por la cuerda, la melodía va escalando como a impulsos hacia los tonos agudos, ganando en intensidad y cayendo bruscamente, y repitiendo la secuencia cada vez unos tonos más arriba hasta alcanzar el clímax. Esta secuencia me recordaba a las olas que, repetidamente, van creciendo lentamente hasta romper en la orilla y vuelven a empezar. Tras el clímax, la melodía vuelve a tonos más graves, más calmados, con el diálogo entre cuerda y viento, disminuyendo hasta desaparecer. Después de un silencio, vuelven a surgir la melodía, uniéndose los distintos instrumentos uno tras otro, y vuelven a dar esa sensación de impulsos, con la repetición de una melodía formada por sucesivos aumentos y descensos de intensidad. A continuación, se repite algo parecido a lo del principio, pero esta vez, con la fuerza de toda la orquesta y, de nuevo, tras el clímax, la música va perdiendo intensidad hasta desaparecer.

Mientras que en los momentos en los que se produce esa especie de diálogo entre cuerda y viento me transmite una sensación de tranquilidad, de calma, todo se rompe cuando la melodía empieza a escalar como a empujones, generándome una sensación de impotencia y ansiedad, como de quiero y no puedo, que resulta desasosegante. Y al final, a medida que la música pierde intensidad y se va difuminando, parece que sea lo que sea que haya pasado, ya ha terminado y, aunque resulta tranquilizador, no es suficiente para eliminar esa sensación de inquietud.

Es el preludio al primer acto de la ópera Tristán e Isolda, también conocido como Isoldes Liebestod, la muerte por amor de Isolda. Está basada en un romance de Godofredo de Estrasburgo (siglos XII-XIII), que a su vez se basó en una leyenda artúrica que cuenta el idilio del caballero Tristán con la princesa irlandesa Isolda La Bella o La Rubia. La historia original es una mezcla de la tradición celta y vikinga con elementos de las literaturas medievales inglesa y francesa, y diferentes versiones de ella se fueron extendiendo por toda Europa durante la Edad Media.

Si la leyenda original de Tristán e Isolda tuvo gran influencia en la literatura medieval, la versión de Wagner se convirtió en uno de los hitos del Romanticismo del siglo XIX, podríamos decir que no solo por el argumento de la obra, también porque fue inspirada por su aventura con Mathilde Wesendock, la mujer de su protector. Y, por otro lado, la diferente forma de utilizar las técnicas musicales (tonalidad, armonía, orquestación, etc.) hacen que esta obra marque un cambio de era en la composición musical, de tal forma que influyó y sirvió de inspiración a muchos compositores.

Como muestra de ello tenemos el inicio del Liebestod con un acorde disonante que en aquel momento se consideró innovador y atrevido para iniciar una obra y, como consecuencia de ello, ahora es conocido como el acorde de Tristán:

Como ya he dicho, la versión de Wagner se hizo popular en el siglo XIX y sirvió de inspiración a numerosos pintores románticos, que retratan diferentes pasajes del relato. Aquí traigo dos ejemplos en los que podemos ver la intensidad de los colores que sirve, por un lado, para atraer nuestra atención y, por otro, para realzar la escena.

En el primero, que representa el momento en que Isolda le ofrece la poción supuestamente venenosa a Tristán, el fondo tiene colores oscuros, lo que hace destacar aun más a las figuras de los protagonistas, además de presagiar un desenlace dramático.

Tristan and Isolde with the potion De John William Waterhouse – Art Renewal Center, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3709493

Por el contrario, en esta que recoge el enamoramiento de los protagonistas, la luz incide directamente en ellos haciéndolos destacar sobre el fondo oscuro de bosque. La expresión de sus caras, iluminadas con el brillo del vestido y del cabello de Isolda, nos da idea de la felicidad que sienten en ese momento. Desgraciadamente sabemos que ese sentimiento va a ser efímero, ya que de las sombras del bosque surge el rey Marke y su gesto no presagia nada bueno.

Tristán e Isolda, por el artista Edmund Blair Leighton (1853–1922). De Edmund Blair Leighton – Art Renewal Center, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1782348

Como contrapunto traigo esta otra pintura de Rogelio de Egusquiza, amigo y seguidor de Wagner, que actualmente está en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Egusquiza con un busto de Wagner De Desconocido – Arriba Europa, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=48137095

Aquí el pintor usa el color de una forma totalmente diferente, con tonos apagados, sin brillo. Los cuerpos de Tristán e Isolda, en tonos pastel, yacen sin vida sobre una hierba muy oscura, casi negra. Alrededor, varias plantas de adormidera como las usadas por Isolda para llegar a ese final. Al fondo, el cielo del amanecer, también en tonos pastel, se funde con el mar en una gama de colores que sirven de transición para fundirse, a su vez, con los colores de la hierba.

Tristán e Iseo (La muerte), 1910, óleo sobre lienzo, M.º de Bellas Artes de Bilbao. De Rogelio de Egusquiza (Santander, Spain, 1845 – Madrid, 1915 ). Detalles del artista en Google Art Project – agH3-yHqF1PlDg en el Instituto Cultural de Google resolución máxima, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21988240

Como dice el comentario del Museo, la serenidad ha sustituido a la tragedia.

Y, para terminar, os dejo con el comentario y la propuesta de una web sobre ópera: https://iopera.es/liebestod-de-tristan-und-isolde-de-wagner/, que resume con el lenguaje apropiado todo lo que he pretendido expresar.

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El arte juega con la realidad, no la representa

Breve comentario personal en torno a los cambios de proporción y belleza en el canon artístico y su relación con los cambios de perspectivas estético-filosóficas.

A lo largo de la historia las expresiones artísticas han ido variando a medida que iba cambiando el marco filosófico, religioso y social. Tomando la forma de vestir como una forma de expresión artística, en la Grecia clásica la moda giraba alrededor del culto al cuerpo; durante la Edad Media cristiana era la religión la que establecía cómo había que vestir; y yo diría que, en todas las épocas y lugares, en mayor o menor medida, la pertenencia a determinado grupo social ha determinado, por necesidad, obligación, militancia o voluntariamente, qué ropa ponerse. Aunque quizás en la actualidad en menor medida, tradicionalmente la forma de vestir ha permitido conocer de un vistazo a qué estrato social, profesión o cultura pertenece cada persona, y son los valores que imperan en cada momento en cada colectivo social los que determinan las formas de expresión artística.

En el caso de la moda cada vez tengo más dudas de si, en la actualidad, puede considerarse expresión artística. En un primer momento, la industria textil hizo accesible para todo el mundo poder vestir, no ya dignamente, sino acorde con los cánones artísticos del momento. Así podemos ver la evolución de la ropa en las décadas de los 60, 70 y 80 del pasado siglo, paralelamente a los cambios sociales que sucedían, ya que servían como forma de expresar los ideales de la sociedad. Cada una de esas décadas presenta unas características propias en cada ámbito sociocultural, y en la moda también se pueden delimitar fácilmente las diferencias entre ellas.

En cualquier caso, el ritmo con el que sucedían los cambios requería, por lo menos, diez años para ser conscientes de ellos. Y, siguiendo con la ropa, existía una relación calidad/precio que te permitía disfrutar de ella, prácticamente, esos diez años: la prenda resistía bien el uso durante el periodo de vigencia de la moda.

Sin embargo, a partir de los 90, todo se aceleró: ya no había guerra fría y el desarrollo tecnológico empezó a cambiar el mundo rápidamente. En un primer momento, el cambio se limitaba al ámbito profesional: los ordenadores entraron en las oficinas y facilitaron el trabajo y las comunicaciones. Pero luego también entraron en las casas acompañados del teléfono móvil. A medida que estos aparatos, junto con Internet, han ido creciendo y desarrollándose entre nuestras manos, han ido cambiando los hábitos, las costumbres… y los valores.

By Source (WP:NFCC#4), Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=42693963

En los últimos 20 años la velocidad con la que han cambiado las prestaciones de los móviles es comparable con la velocidad a la que cambia el tipo de ropa que se pone de moda. Pero encuentro, por lo menos, un par de claras diferencias con respecto a la ropa de décadas anteriores. En primer lugar, prácticamente solo hay dos tipos de ropa: de buena calidad y cara, y de baja calidad y barata. Las tiendas que venden este tipo de ropa han desplazado a las tradicionales y ahora son las mayoritarias; la baja calidad de esas prendas apenas permite usarlas un par de años, aproximadamente el tiempo que tardarán en pasarse de moda. Por otro lado, hay poca innovación, más allá de acortar cada vez más algunas prendas femeninas (si a eso se le puede llamar innovación), ya que el recurso más utilizado es poner de moda lo que se llevaba años antes y que, posteriormente, se había pasado de moda; o bien, mezclar prendas de épocas diferentes.

Tienda Zara en la quinta avenida (Nueva York), De Lollasp – Trabajo propio, CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=47002592

Las modas siempre han sido efímeras, pero ahora más, y es que da la sensación de que ahora todo es efímero, demasiado efímero diría yo. Ahora la mayoría de la gente se informa a través de las redes sociales, leyendo poco más de una frase que les es suficiente para hacerse idea del contenido, obviando contextos y matices; solo se tienen en cuenta las opiniones de los extremos, blanco o negro, bueno o malo; se siguen a “influencers” de dudosas capacidades intelectuales, pero con mucha facilidad de palabra; cada día debe haber una polémica que “incendie” las redes y que sustituya a la del día anterior…

Y la música actual también es reflejo de estos “valores”. Entre las definiciones de arte que hemos visto en este tema tenemos que “arte es un «lenguaje» con el que el hombre expresa la realidad humana física y espiritual captando lo exterior e interiorizándolo, para luego devolverlo a la exterioridad desde la libertad creadora del artista.”; y que “La expresión artística no tiene la necesidad de representar la realidad, sino de jugar con ella.” Es decir, el o la artista procesa las sensaciones que recibe del exterior, estas le provocan unos sentimientos y unos pensamientos que necesita expresar, y lo hace de una forma diferente a la realidad, siguiendo unos patrones que aportan belleza a la expresión.

Sin embargo, como me pasaba con la moda, también me cuesta encontrar arte en la música pop actual. En la primera tarea de esta asignatura ya comenté que algunos de los estilos musicales actuales no pasan de ser simples ritmos de percusión con rimas vocales machaconas sin melodía, o bien sencillas melodías repetitivas fáciles de memorizar. Y en cuanto al contenido de las letras, prácticamente se limitan a expresar directa y explícitamente lo que siente el o la “artista”. A esto me refiero:

Atrás quedaron las metáforas, las analogías, las alegorías, la ironía y el sarcasmo, etc., y a cambio nos encontramos con palabras que antes se consideraban malsonantes y que quedaban reducidas a ámbitos muy concretos. Entonces, si la expresión de un sentimiento o la denuncia de una situación injusta se hacen de esta forma, ¿es arte o no va más allá de lo que puede expresar cualquier persona coloquialmente en una situación determinada? ¿Se puede considerar arte una canción en la que no cumplen ni su melodía ni su letra unos mínimos requerimientos?

La simplificación de las ideas, la rebaja en las exigencias intelectuales, el abandono de la cultura del esfuerzo para conseguir metas, las relaciones cada vez más superficiales, el consumismo desbocado, etc., son algunos de los cambios en los valores sociales que se han producido en los últimos años, y no sé en las demás artes, pero en la música pop, desde luego, tienen un claro reflejo. Lo único que importa es llamar la atención, aunque después no haya mucho más que merezca la pena.

Como contraposición a la anterior, traigo una muestra del año 1994:

Dos formas diferentes de expresar el alivio que se siente cuando, por fin, se acaba una relación que no iba bien por culpa de la otra parte. ¿Podemos llamar arte a las dos?

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La Belleza es ir más allá de lo que ves

Me ha gustado tanto el final del primer video propuesto que lo he elegido para el título de esta reflexión. Para mí, una cosa es bella no solo porque, a primera vista, lectura o audición, el conjunto y la distribución de colores, la secuencia de palabras o de notas musicales nos resulten agradables, sino porque, además, provocan una serie de emociones que van más allá de las sensaciones iniciales.

Language and Spiritual culture in Old stone age

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Si lo enfocamos desde un punto de vista evolutivo, podemos decir que se considera que un congénere es bello cuando muestra signos de salud: simetría, cuerpo proporcionado, no presenta heridas ni señales de enfermedad, etc. Si es del mismo sexo, le hace atractivo para formar parte del grupo social al que pertenece cada individuo (en el caso de las especiales sociales), y si es del sexo opuesto, lo hace atractivo para la reproducción. Probablemente de ese sentimiento instintivo, ligado a la supervivencia del grupo y de la especie, surgió el concepto de belleza que, a medida que las sociedades humanas iban ganando en complejidad, ha ido evolucionando hasta la actualidad. Tanto ha evolucionado que ha llegado, incluso, a degenerar y entender como bellos algunos aspectos que son indudablemente enfermizos, como es el caso de la anorexia.

Partiendo de este planteamiento de un origen común a toda la Humanidad, podríamos deducir que el concepto de belleza debería tener un carácter universal. Sin embargo, desde el Paleolítico, la diversidad de culturas que han ido surgiendo es tal que también el concepto de belleza presenta una enorme diversidad y, por tanto, cuando menos, se difumina ese carácter universal. En cualquier caso, estoy seguro de que siempre habrá obras de arte que sean así percibidas por cualquier ser humano.

También desde ese planteamiento podríamos estar de acuerdo con Kant, quien a lo bello no oponía lo feo, sino lo desagradable: algo que es malo, o que representa algo malo, no puede ser bello. Sin embargo, el Guernica, que representa los horrores de la guerra, lo hace de una forma que podemos decir que es bella, porque, con un solo vistazo, nos hace sentir la angustia de un bombardeo, hasta tal punto que nos parece ver las llamaradas y las explosiones de las bombas; nos emociona y nos despierta sensaciones de empatía con las personas que sufrieron experiencias de ese tipo.

By PICASSO, la exposición del Reina-Prado. Guernica is in the collection of Museo Reina Sofia, Madrid.Source page: http://www.picassotradicionyvanguardia.com/08R.php (archive.org), Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=1683114

Y, para terminar, como ya vimos en la tarea 1 con la música, la percepción del arte es diferente en cada individuo, dependiendo de su sensibilidad innata, de la cultura en la que haya crecido y de la formación que tenga. Cualquiera puede disfrutar de una pintura simplemente observando la composición de colores, la perspectiva, la expresión de los personajes, etc. Pero, sin duda, disfrutará mucho más si, gracias a la formación recibida, conoce el contexto histórico en el que se creó, el estilo al que pertenece, la historia o el paisaje que representa, la dificultad técnica de su ejecución, la composición de los pigmentos utilizados (y la dificultad de conseguir algunos: La tabla periódica en el arte: Cobalto), la motivación del autor, etc. Por eso me ha gustado la descripción que hizo el filósofo de la Ilustración y padre del término “Estética”, Alexander Baumgarten: “el arte y la belleza pertenecen a una zona intermedia entre la sensibilidad y la razón”. Me parece una definición muy acertada.

Sin embargo, es precisamente esa ubicación entre dos ámbitos tan diferentes lo que le da un componente de subjetividad muy alto y, así como hay obras de las que nadie discute su carácter artístico, hay otras muchas, sobre todo modernas, muy discutidas.

Personalmente, a mí me cuesta encontrar arte en el dodecafonismo, casi seguro por falta de formación; o en algunas corrientes del arte moderno que dan lugar a obras como La Fuente de Duchamp, donde yo no percibo más que un urinario colocado en medio de una galería de arte. En mi opinión, una cosa es sacar objetos de su contexto y montar una composición, un collage, que puede llegar a expresar algo diferente de los objetos originales; y algo muy distinto es sacar los elementos de su contexto y, sin más, colocarlos en otro lugar.

De Marcel Duchamp – src Original picture by Stieglitz, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8648377

Creo que eso no supone ningún esfuerzo creativo. Pero, quizás, también en esto me falta formación.

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De la música y la naturaleza humana

En este tema hemos visto varias teorías sobre el origen de la música, cómo no siendo obvia su relación con alguna posible ventaja evolutiva, lo que está claro es que lleva con el ser humano desde sus mismos orígenes. Y, no solo con nosotros, también con otros animales que poseen cerebros desarrollados, como el resto de los primates, cetáceos y aves.

Por eso no me sorprende que se puedan unir los componentes básicos de la música, ritmo, melodía y armonía, con aspectos de la personalidad humana como son los instintivos, los afectivos y los intelectuales.

El ritmo está unido a nuestros instintos más profundos, quizás porque en la naturaleza hay muchos fenómenos rítmicos, no solo sonoros: la respiración, los latidos del corazón, las olas del mar, el día y la noche, las estaciones, una gotera en la cueva donde dormían nuestros antepasados… quizás el ritmo sea una de las primeras formas de expresión que utilizaron los primeros humanos en sus representaciones simbólicas de la naturaleza y de sus sentimientos, para dirigirse a sus deidades y para cohesionar el grupo. Y en este punto tengo una duda: no sé si la forma de entender el ritmo también tiene un componente cultural, ya que se suele decir que las culturas africanas tienen un sentido del ritmo más desarrollado que las occidentales o nórdicas. No sé si será cierto, pero desde luego, viendo las expresiones musicales de unos y otros, lo parece.

Si al ritmo le añadimos la melodía, tenemos ya el mecanismo que permite expresar las emociones, de tal forma que cualquier persona pueda sentir algo muy parecido a lo que sentía el autor. Además, a diferencia del lenguaje hablado, no es necesario que los oyentes conozcan el mismo idioma musical, ya que la sucesión de sonidos que conforman la melodía, estructurados con la acentuación que marca el ritmo, es suficiente para que cuando llegue a sus cerebros se despierten las mismas emociones y sentimientos.

Por último, la armonía va a dar el contexto y los detalles al mensaje musical, reforzando sus aspectos emocionales y sentimentales, y puede dotar al conjunto de una riqueza expresiva tal, que provoque una liberación explosiva de dopamina en nuestro cerebro.

Por eso, echo mucho de menos que la música actual estructure mínimamente estos tres componentes. Y no lo estoy comparando con los autores clásicos. En dos de los videos de la asignatura ha salido la banda de rock Pink Floyd, que experimentó con nuevas formas de hacer música, pero que nunca dejó de lado ni el ritmo (creo que es la base de Another brick in the wall), ni la melodía ni la armonía. Quizás porque crecí en los 80, escuchando a Dire Straits, Eric Clapton, o más cercanos, Itoiz, esa forma de orquestar la música, tanto la parte vocal como los diferentes instrumentos, creo que en los últimos años se ha ido simplificando casi hasta perderse. Para mí, algunos de los estilos musicales actuales no pasan de ser simples ritmos de percusión con rimas vocales machaconas sin melodía, o bien sencillas melodías repetitivas fáciles de memorizar.

Bueno, quizás esta última reflexión no sea justa, y solo sea una percepción sesgada por la edad.

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Ritmo, melodía, armonía; instintos, sentimientos, pensamientos.

Tarea 2.2 Escribir una entrada resumen, esquema, mapa conceptual, diagrama, etc. sobre los contenidos del tema 2 en el blog personal.      

Me ha parecido que la mejor forma de resumir un tema de esta asignatura es con ejemplos prácticos, así que me ha parecido oportuno elegir la Danza de la pipa de la paz, de la ópera-ballet Les Indes galantes, de Jean-Philippe Rameau. Esta ópera se estrenó en 1765 con un prólogo y dos actos y, posteriormente, se le añadieron otros dos más. Precisamente al cuarto y último, Les Sauvages, pertenece esta danza. La historia se sitúa en Norteamérica, donde los guerreros nativos han sido derrotados por los conquistadores europeos. Un oficial francés y otro español se disputan la mano de una nativa, que termina eligiendo a un guerrero de su misma tribu. Finalmente, los dos oficiales se consuelan mutuamente en la fiesta de celebración de la paz.

Puesto que representa, aunque de forma algo cómica, una danza tribal, podemos usarla de ejemplo para ilustrar lo que podían ser las danzas de nuestros antepasados del Paleolítico. Los bailarines disfrazados de bisontes podían estar pidiendo a los dioses que les ayudasen en la caza o agradeciendo haber tenido suerte en ella. En este tipo de danzas destacaría el ritmo, el elemento más primario de la música y, probablemente, estaría acompañado de melodías que imitasen los elementos naturales, en este caso, los mugidos de los bisontes y el sonido cuando corren por la pradera.

La danza empieza con la entrada de los bailarines disfrazados de bisontes al ritmo que marca el tambor de un guerrero. La melodía empieza suavemente y, a medida que se repite, va ganando fuerza. De repente, el tambor baja su volumen y el ritmo lo marcan los bailarines, mientras el tema melódico es interpretado solo por los violines usando escalas más agudas; a continuación, se repite de nuevo el tema melódico con toda la orquesta. Aquí el ritmo de cada compás lo marcan el tambor y el sonido hecho por los bailarines, pero también hay un ritmo de repetición de la melodía, en la que se alternan la fuerza cuando suena toda la orquesta y la delicadeza cuando suenan solo los violines.

A continuación, disminuye el volumen de la orquesta y, por los lados del escenario entran los cantantes que representan a la nativa y al guerrero que ha elegido frente a los oficiales europeos (que están al fondo del escenario). Sus voces ahora son las protagonistas repitiendo el mismo tema melódico, lógicamente en escalas diferentes; cuando ellos callan es el coro el que repite la melodía. Esto se repite varias veces hasta el final.

La alternancia de la orquesta completa con los violines, primero, y de los cantantes con el coro, después, con los cambios de intensidad que ello conlleva, el contraste de las voces aguda y grave de los cantantes, y, finalmente, la coreografía, componen un conjunto perfectamente armónico y lleno de expresividad.

Podemos notar la diferencia comparándola con una versión de concierto, es decir, en la que no se representa la parte teatral. El ritmo es bastante más rápido, no lo marca la percusión, y las diferencias de intensidad no son tan marcadas.

No sé si será sensación mía, pero creo que pierde gran parte de la expresividad y resulta más fría, aunque la interpretación sea técnicamente muy buena.

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La percepción del sonido

¿Procesamos toda la información sonora que recibimos o sólo la que nos interesa? ¿Por qué escuchamos de forma discriminada? ¿Todos percibimos la música de igual modo? ¿Por qué hay música que nos emociona y otra que nos deja indiferente o nos molesta?

La diferencia entre oír y escuchar reside en la atención: estamos oyendo continuamente sonidos, pero solo ponemos atención en aquellos que, por alguna razón, despiertan nuestro interés. Quién no ha estado alguna vez en una clase y si, de repente, la profesora nos pregunta algo, no tenemos ni idea de qué está hablando. Solemos decir que “nos entra por una oreja y nos sale por la otra”, no hemos retenido nada porque, sencillamente, no nos interesaba el asunto. En otros casos, cuando los sonidos que nos llegan son familiares, a veces, ni nos damos cuenta de ello. Es el ruido de fondo del ambiente en que estemos en cada momento: coches, conversaciones, pájaros, música, etc., que oímos, pero no escuchamos, y cuyos detalles no quedan grabados en nuestra memoria. Esto es lógico, ya que nuestro cerebro debe seleccionar la información más importante entre toda la que le llega a través de los sentidos, puesto que su capacidad de procesamiento es limitada.

Pero nuestro cerebro también es capaz de hacer lo contrario, es decir, cuando le llegan una serie de sonidos familiares, que habitualmente llegan juntos, en el caso de que alguna vez falte alguno, nuestro cerebro “cubre” ese hueco y nos hace percibirlo como si nos llegara la serie completa. Tengo entendido que el formato de compresión de audio MP3 aprovecha esta capacidad para eliminar parte de los sonidos, lo que permite que el fichero sea más pequeño.

Como dijo el biólogo evolutivo Theodosius Dobzhansky “en biología nada tiene sentido sino es a la luz de la evolución”, y esa forma de funcionamiento de nuestro cerebro es consecuencia de su capacidad adaptativa. Si un conjunto de sonidos o un conjunto de manchas con cierta forma pueden parecerse al rugido o a la cabeza de un depredador, es mejor salir corriendo inmediatamente que quedarse para asegurarse de que realmente es un león. Este atajo que toma nuestro cerebro a la hora de percibir la información del entorno nos lleva a cometer un error con un cierto coste por la pérdida de energía que supone salir corriendo sin necesidad, pero la alternativa podría ser un error mucho mayor: quedarnos y convertirnos en la cena del león. Pero esa forma de funcionar también nos empuja a cometer errores en otros momentos de la vida cotidiana, son los sesgos cognitivos y las ilusiones, que nos llevan, entre otras cosas, a ver caras en las manchas de una pared o nubes con formas de animales. En el segundo video de este tema hemos visto algunas ilusiones auditivas, y en este otro video la profesora Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental de la Universidad de Deusto, nos explica en qué consisten y la importancia que tiene el que seamos conscientes de ellos.

Y, hablando de conjuntos y series de sonidos, llegamos a la música, una agrupación de sonidos que percibimos de una forma especial. Cada persona percibe la música de forma diferente. Por un lado, nos influye la cultura en la que hayamos crecido, ya que las músicas propias de cada cultura, como la comida, pueden tener características muy diferentes. También va a ser muy diferente la percepción de una persona con formación musical que la que no la tiene: la primera percibirá matices que se le escaparán a la segunda.

Además de los componentes adquiridos en función del ambiente en el que vivimos, también hay un componente biológico, innato. No todas las personas tienen la misma facilidad para aprender música, lo que coloquialmente se suele decir “no tener oído”. Por otro lado, hay algunas personas que son muy sensibles a los volúmenes altos, y no soportan ambientes como los de las discotecas.

Y la música nos provoca emociones porque unimos determinadas melodías a momentos especiales de nuestra vida, tanto positivos como negativos. Es como una etiqueta que ponemos a nuestros recuerdos: en cuanto oímos una determinada canción, irremediablemente, rememoramos aquel momento con alegría, tristeza, melancolía, amargura…

Y para acabar la primera tarea de Ciencia y artes, aunque haber empezado esta asignatura es motivo de alegría, he elegido una obra musical habitual de los funerales, que se suele poner como ejemplo del sonido de la tristeza, y que para su autor llegó a resultar una tragicomedia, como explica aquí Almudena Castro.