Canción elegida: «Laika» de Mecano:
La perra rusa Laika se convierte en el primer ser vivo terrestre que orbita la Tierra.

La URSS demuestra que es posible que un ser vivo terrestre sobreviva al lanzamiento y a las condiciones del espacio exterior, lo que supone un nuevo hito soviético en la conquista del espacio solamente un mes después del éxito del Sputnik 1.
Réplica del Sputnik I By NSSDC, NASA[1] – http://nssdc.gsfc.nasa.gov/database/MasterCatalog?sc=1957-001B, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1129363
Laika, una perra callejera moscovita entrenada para soportar las condiciones de vuelo en el Sputnik 2, sobrevivió al lanzamiento y pudo completar un número indeterminado de órbitas alrededor de la Tierra antes de que se dejaran de recibir las señales de los sensores vitales acoplados a su cuerpo. Tras los resultados de este experimento, todo indica que el ser humano está capacitado físicamente para los viajes espaciales, por lo que Laika se ha convertido en un símbolo de la capacidad humana para afrontar retos imposibles.
Los datos aportados por la instrumentación del Sputnik 2, así como los enviados por los sensores conectados al animal, permitirán ir mejorando paulatinamente los soportes vitales de las futuras naves espaciales para viajes de larga duración. La extraordinaria aceleración del lanzamiento, la exposición a radiaciones electromagnéticas del espacio exterior, las duras condiciones de habitabilidad de la nave, la microgravedad, así como el estrés que todo ello genera, son algunos de los retos que la ciencia y la tecnología deberán superar para poder hacer realidad la colonización humana del espacio, y la perra Laika ha puesto las bases para conseguirlo. Por todo ello no es de extrañar la euforia de los científicos soviéticos que han trabajado en el proyecto y lo han hecho posible, precisamente el 3 de noviembre de 1957, cuando se cumple el cuadragésimo aniversario de la revolución bolchevique.

Desde el principio de la misión se sabía que el viaje de Laika era solo de ida, ya que en la actualidad resulta imposible mantener las condiciones de habitabilidad de la nave durante el reingreso en la atmósfera, debido a las altísimas temperaturas que se generan en ese momento. Según la Agencia Espacial Soviética, seis días después del lanzamiento, Laika fue sometida a eutanasia antes de que se agotase el suministro de oxígeno, con el fin de evitarle sufrimientos innecesarios. Sin embargo, fuentes extraoficiales afirman que la perra murió pocas horas después del lanzamiento, debido a un fallo en uno de los sistemas térmicos de la nave, lo que produjo un sobrecalentamiento que no pudo ser compensado por los sistemas de refrigeración.
Sean días u horas el tiempo que Laika ha sobrevivido, solo el futuro nos podrá desvelar la magnitud del avance que este experimento supone para la Humanidad. Como dijo a principios del siglo XX Konstantin Tsiolkovsky, físico y pionero de la ciencia astronáutica rusa, “La Tierra es la cuna de la Humanidad, pero no se puede vivir en la cuna para siempre”, y esta perra callejera moscovita ha llegado más lejos que lo que nunca ha llegado un ser humano. Es cierto que ahora en la Tierra hay una perra menos, pero, en nuestro firmamento, el brillo de una nueva estrella llamada Laika guiará el camino de los futuros astronautas.

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