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Jared Diamond y el determinismo geográfico

Para el ensayo final de esta asignatura he elegido Guns, Germs and Steel: The Fates of Human Societies, de Jared Diamond, publicada en 1997, y que he citado en varias tareas de este máster. Yo he leído la versión para Kindle de 2013. En castellano se publicó como Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos 13.000 años.

Jared M. Diamond es, entre otras cosas, un escritor de divulgación científica con una amplia y heterogénea formación. En 2005 fue considerado el noveno entre los 100 intelectuales más influyentes, en un ranking donde Noam Chomsky, Umberto Eco y Richard Dawkins ocupaban las tres primeras posiciones. Nacido en Boston en 1937, tras graduarse en Bioquímica en Harvard, se doctoró en el Trinity College de Cambridge con una tesis sobre la absorción de sales en la vesícula biliar; posteriormente, mientras daba clases de fisiología en la Universidad de California en Los Angeles, se graduó en ornitología y ecología, especializándose en Nueva Guinea y las islas de alrededor. En sus trabajos ha tratado temas de fisiología, biofísica, ornitología, medio ambiente, historia, ecología, geografía, biología evolutiva y antropología. Ha recibido numerosos premios tanto por su carrera académica como por sus obras literarias; por Armas, gérmenes y acero ganó el premio Pulitzer en 1998.

Antes de esta obra, Diamond había publicado en 1991 El tercer chimpancé: La evolución y el futuro del animal humano, donde examinaba cómo los humanos evolucionaron de forma tan diferente a los chimpancés, a pesar de compartir con ellos el 98% de su ADN; también aborda los orígenes del lenguaje, el arte, la agricultura, el uso de drogas, así como de otros atributos en apariencia únicamente humanos; en resumen, trata sobre la relevancia de la evolución humana para el mundo moderno. En ambas obras trató sobre la evolución de las sociedades a partir de factores materiales como las condiciones ecológicas, la disponibilidad de recursos y la influencia de la tecnología.

El propio autor resume Armas, gérmenes y acero en una frase:

«La Historia sigue diferentes cursos para diferentes grupos de población por las diferencias medioambientales entre las poblaciones, no por las diferencias biológicas entre las propias poblaciones»,

y agrupa en cuatro tipos las principales diferencias:

1. Diferencias continentales en cuanto a las especies animales y vegetales disponibles para su potencial domesticación. En cada continente, la domesticación de plantas y animales se concentró en unas pocas localizaciones especialmente muy favorables, que suponían una muy pequeña fracción de la superficie total del continente. En el caso de los cultivos, estos centros de origen habían sido descritos por el genetista ruso Nikolai Vavilov a principios del siglo XX. En cuanto a las innovaciones tecnológicas y las instituciones políticas, la mayoría de las sociedades adquieren mucho más de otras sociedades que las que ellas mismas inventan.

2. Las tasas de difusión y migración difieren mucho entre continentes. Las más rápidas se produjeron en Eurasia, por su mayor eje este-oeste y sus relativamente modestas barreras ecológicas y geográficas. De ello se deduce rápidamente los movimientos de cultivos y ganado, que dependen en gran medida del clima y, por tanto, de la latitud. Pero similar inferencia también se puede aplicar a la difusión de innovaciones tecnológicas, ya que no necesitan ser adaptadas a nuevos entornos.

3. La difusión de un continente a otro varía, ya que unos continentes están más aislados que otros: mientras que Eurasia y África están uno al lado del otro, a ambos les separa un océano de las Américas y Oceanía.

4. Diferencias continentales en cuanto a superficie y tamaño total de población. Una superficie más grande o una población mayor suponen más inventores potenciales, más competencia entre sociedades, más innovaciones disponibles y más presión para adoptar innovaciones, porque las sociedades que no lo hacen tienden a ser eliminadas.

Como consecuencia de estas diferencias, Eurasia partía con claras ventajas con respecto al resto de los continentes, ya que disponía de mayor variedad de mamíferos grandes domesticables que, además de ser un suministro importante de proteínas, proporcionaban fuerza de trabajo para el transporte, la agricultura, la minería y la metalurgia. En el caso del África subsahariana, existe una gran variedad de mamíferos pero que no son aptos para domesticar, probablemente por estar adaptados a defenderse de los grandes depredadores. Por su parte, en América, la llama es el único mamífero que pudo ser domesticado y Oceanía carece totalmente de ellos.

Las cinco especies animales domesticadas más significativas. By ZyanceFjmustakMike’s BirdsJielBramans – [1][2][3][4][5], CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=87945247

Con el inicio de la convivencia del ganado con el ser humano, en poblaciones asentadas formadas por mayor número de individuos que los anteriores grupos de cazadores-recolectores, comenzó también la era de las epidemias. Las probabilidades de que un microorganismo patógeno mutara y pasara a afectar a los humanos aumentó significativamente y, una vez sucedido esto, su contagio y difusión por toda la población estaba garantizada. Como esto sucedió en mucha mayor medida en Eurasia que en el resto de los continentes, por un mayor desarrollo de la ganadería, sus poblaciones se fueron adaptando a lo largo de los milenios y se hicieron inmunológicamente más resistentes. Así lo resume Diamond:

“Brevemente, la domesticación de plantas y animales significa mucha más comida y por tanto poblaciones humanas más densas. El excedente de comida resultante y (en algunas áreas) los medios basados en animales para transportar esos excedentes fueron un prerrequisito para el desarrollo de sociedades centralizadas, política y socialmente estratificadas, económicamente complejas”.

Llegados a este punto, nos encontramos en Eurasia con unas culturas muy desarrolladas, lo que facilitó el dominio euroasiático del mundo. Para el caso de las Américas, así sintetiza el éxito de los conquistadores europeos:

“A través de las Américas, las enfermedades introducidas por los europeos se expandieron tribu a tribu mucho antes que los europeos mismos, matando alrededor del 95% de la población nativa americana precolombina. […] Las razones inmediatas del éxito de Pizarro incluyen tecnología militar basada en armas de fuego y acero y caballos; las enfermedades endémicas de Eurasia; la tecnología marítima europea; la organización política centralizada de los estados europeos; y la escritura.”

Y concluye que

“La historia de las interacciones entre poblaciones diferentes es lo que modeló el mundo moderno a través de conquistas, epidemias y genocidios.”

Entre las consideraciones que hace en el epílogo, hay una defensa ante las posibles críticas a los postulados sobre los que se basan sus teorías: “La mención de estas diferencias ambientales induce entre los historiadores la etiqueta “determinismo geográfico”, que eriza los pelos del cuello, por sus connotaciones desagradables, como que no cuenta nada la creatividad humana, o que los humanos somos robots pasivos impotentes programados por el clima, la fauna y la flora. Son temores sin sentido. Sin la creatividad humana, todos nosotros estaríamos todavía cortando la carne con herramientas de piedra y comiéndola cruda, como nuestros ancestros de hace un millón de años. Todas las sociedades humanas contienen personas creativas. Solo que algunos ambientes proporcionan más materiales de partida y condiciones más favorables para usar inventos que otras.”

Finalmente, considera que “El desafío actual es desarrollar la historia humana como una ciencia, a la par con las reconocidas ciencias históricas como la astronomía, la geología y la biología evolutiva.”

Esta obra fue, en general, muy bien recibida por el mundo académico, aunque no se libró, como él ya había previsto, de ser criticada por basarse en el determinismo geográfico, además de ser calificada como excesivamente reduccionista o simplificadora. En cualquier caso, aunque critiquen algunos aspectos de sus argumentaciones, muchos historiadores la consideran de gran valor para los estudiosos de la economía y de las relaciones internacionales, por la rica visión global de la historia que proporciona gracias a su enfoque multidisciplinar.

Por su parte, la acusación de determinismo geográfico lleva implícitas, al menos, dos fuertes críticas: por un lado, la justificación del eurocentrismo y el colonialismo; por otra, la devaluación de las capacidades de acción de las poblaciones asentadas en entornos pobres. Esto tiene su origen en la concepción decimonónica del determinismo ambiental, que sostenía que los factores ambientales determinaban en gran medida la actividad humana y la psicología, postulados que se asociaron con el racismo y la eugenesia. Sin embargo, las tesis de Diamond se deben encajar en el materialismo cultural, que da prioridad a las condiciones materiales para explicar las diferencias y similitudes socioculturales, pero sin excluir otras causas, como el propio Diamond explica en su web personal, y que paso a resumir:

Muchos fenómenos y características humanas están influidos por factores geográficos, físicos y biológicos, como el clima, las especies animales y vegetales, los suelos, la topografía, etc.; y otros no relacionados con la geografía: cultura, historia, decisiones personales, etc. Respecto a estas últimas, las decisiones personales pueden cambiar la historia de un país, y pone el ejemplo del atentado fallido contra Hitler en 1940. Igualmente, las diferencias culturales entre Francia y Alemania, y económicas entre las dos Coreas, no están influenciadas por la geografía. Sin embargo, las poblaciones residentes en el Ártico desarrollaron técnicas para elaborar ropa hecha con pieles, pero no para la agricultura; en contraposición, las poblaciones asentadas en los valles ecuatoriales desarrollaron técnicas agrícolas, pero no para elaborar prendas de abrigo. En la misma línea, ninguna de los cientos de tribus aborígenes de Australia, con gran variedad de culturas, desarrollaron la agricultura ni la ganadería, debido a que no había ninguna especie animal domesticable.

Diamons continúa con una crítica a los académicos que le acusan en ese sentido, aduciendo que ninguno de ellos critica cuando se atribuyen factores culturales, históricos o individuales a los fenómenos humanos, con acusaciones de “determinismo cultural”, “determinismo histórico” o “determinismo individual”. Cree que esto es debido a las connotaciones racistas, ya explicadas, que tenía este concepto en el pasado, como lo tenían muchas explicaciones genéticas, históricas, psicológicas o antropológicas, y que en la actualidad han sido sustituidas por otras no racistas. Respecto al papel de las decisiones individuales, Diamond utiliza los mismos ejemplos: el atentado contra Hitler fue consecuencia de decisiones individuales, pero no la elaboración de prendas de piel por los Inuit ni las técnicas agrícolas en regiones ecuatoriales. Y considera que para entender la influencia de los factores geográficos son necesarios conocimientos en otros campos, como biología, suelos, climas, etc., de los que carecen la mayoría de los historiadores y economistas.

Termina diciendo que incluso las más nobles expresiones del ser humano tienen sus límites (es imposible cultivar en el Ártico o criar canguros como se hace con las vacas); que cuando oye las palabras “determinismo geográfico”, espera escuchar una reflexión que ignora los factores geográficos y que, por tanto, no merece la pena tener en cuenta, y que no es más que una muestra de pereza intelectual para no abordar la realidad.

En mi opinión, el enfoque de Diamond sirve, precisamente, para desmontar las explicaciones racistas que se han dado a lo largo de la Historia de las diferencias socioculturales entre grupos humanos, ya que no se basan en diferencias genéticas ni en las geográficas exclusivamente, sino en la diferente disponibilidad de recursos de cada área geográfica. Este hecho era el que determinaba en mayor medida, tanto el grado como la dirección en que se desarrollaba cada cultura, sin excluir otros factores que lo hacían en menor medida. Por tanto, no hay explicaciones racistas y este planteamiento es complementario al postulado de que en biología no existen razas, como expliqué en El concepto “raza” en filosofía, ¿una categoría natural?.

Además, considero que las aportaciones de este autor tienen otro valor añadido: la necesidad de abordar multidisciplinariamente los fenómenos complejos y que, en el caso de los estudios antropológicos, con numerosos aspectos implicados, requiere la colaboración entre las ciencias naturales y sociales, olvidándonos de una vez y para siempre de la clásica separación entre las dos culturas.

Referencias:

  • Diamond, J. (2013). Guns, Germs and Steel [Kindle Android version]. Retrieved from Amazon.com.
  • jareddiamond.org.
  • Wikipedia en inglés y en castellano.
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Jugando con el punto de no retorno

En este blog ya he comentado que crecí en un pueblo cercano a Bilbao, Alonsotegi, cuando las fábricas y las viviendas obreras iban reemplazando a los caseríos y a las huertas. La Revolución Industrial proporcionó durante muchos años riqueza económica al País Vasco, debido al hierro que albergaba en su subsuelo, pero también importantes impactos ambientales, algunas de cuyas consecuencias todavía padecemos.

Un ejemplo conocido de esos impactos es el estado en el que se encontraba la ría de Bilbao, convertido en colector de aguas residuales tanto urbanas como industriales.

Consorcio Aguas Bilbao El Correo
Foto del blog Bilbao en construcción

En esta foto de 1979 se puede ver el punto donde el río Cadagua, que pasa por Alonsotegi, se une a la ría de Bilbao. Este río también servía de colector en la comarca de las Encartaciones, donde se asentaban industrias siderúrgicas, papeleras y de muebles. Recuerdo que cada día el río venía de un color diferente y que, cuando soplaba el viento sur, la espuma proveniente de los productos químicos usados para transformar la madera en papel entraba por las ventanas de las casas situadas en la ribera. Por su puesto, carecía totalmente de fauna piscícola.

Junto al caserío familiar había una fábrica de lejías y una fundición, y en las épocas de más actividad sus efectos eran patentes en los cultivos. Estas fotos son del año 1993.

Otro problema ambiental, común en la cornisa cantábrica, es la inundabilidad. En el País Vasco, la pendiente media de los ríos cantábricos se ha cifrado en un 11% frente al 2% que presentan los ríos de la vertiente mediterránea. En el caso de Alonsotegi, el arroyo Azordoiaga, que nace en las laderas del monte Ganekogorta, la pendiente media se acerca al 20%.

Alonsotegi desde la cumbre de Sasiburu (459 m), con Ganekogorta (998 m) y Pagasarri (671 m) al fondo.

Esta complicada orografía hace que escasee el terreno llano edificable, por lo que históricamente se fueron ocupando las vegas ribereñas. Si a ello unimos la desforestación de los montes, iniciada ya en la Edad Media para surtir de madera las ferrerías y los astilleros, tenemos las condiciones perfectas para un evento catastrófico. Y este se produjo el 26 de agosto de 1983, ocasionado por una “gota fría” (hoy denominada DANA), fenómeno típico del Mediterráneo pero muy raro en el mar Cantábrico.

https://www.eitb.eus/es/videos/detalle/1406360/video-bilbao-inundaciones-1983–eguraldia/

Desde mi casa, junto a la estación de ferrocarril, pude ser testigo de cómo el tren fue rápidamente bloqueado por las piedras, el lodo y los troncos que bajaron desde los montes arrastrados por las lluvias torrenciales, dando a los pasajeros el tiempo justo para evacuarlo.

Por su parte, entre otros daños, el río Cadagua apenas dejó en pie el arco del puente (en aquel momento, el único existente en el pueblo), y el arroyo Azordoiaga empotró un autobús contra una casa.

Afortunadamente, en el País Vasco las cosas han mejorado mucho desde entonces: Geología, industrialización y transporte del mineral de hierro en el entorno de la Ría de Bilbao, La recuperación de la fauna en la ría de Bilbao y Plancton en la ría de Bilbao. En Alonsotegi, los montes se han reforestado, en gran medida con especies autóctonas; las aguas residuales se depuran y las riberas de los ríos se han recuperado; se construyó un nuevo puente y ha disminuido, aunque no eliminado, el riesgo de inundaciones; la crisis industrial y la legislación ambiental acabaron con aquel tipo de fábricas tan contaminantes…

Ahora la calidad del aire es buena; en el río, además de peces, abundan las aves acuáticas como garzas y garcetas, anátidas, cormoranes, martín pescador… En general, ha aumentado la variedad de aves y son habituales los mirlos, urracas, diferentes rapaces, buitres, además de los estacionales petirrojos, colirrojos, camachuelos…

Sin embargo, las amenazas no han desaparecido. Un par de ejemplos. La gran superficie dedicada en el País Vasco a explotaciones forestales degrada el suelo, disminuye la biodiversidad y lo hace más vulnerable: Los eucaliptales: una amenaza para los ríos y arroyos

Explotación de eucaliptos y pinar talado recientemente, a matarrasa y con varios accesos, lo que deja el suelo susceptible de ser arrastrado fácilmente en caso de fuertes lluvias (Alonsotegi 30/03/2021).

Por eso, aunque a muchos les pueda sorprender, son lógicas las conclusiones de este estudio publicado en Nature Communications en 2020: Anthropogenic modification of forests means only 40% of remaining forests have high ecosystem integrity, donde consideran que la mayor parte de los bosques del País Vasco presentan un bajo índice de integridad (en marrón):

https://www.forestintegrity.com/

Las grandes infraestructuras y la presión urbanística siguen fragmentando el territorio, a pesar de los avisos enviados desde el mundo académico: Personas expertas de los ámbitos universitario y sanitario suscriben el manifiesto por un urbanismo sostenible promovido por SOS Kurkudi!

Una de las consecuencias del cambio climático es el aumento de la frecuencia y de la gravedad de eventos extremos como la DANA de 1983, de sequías como la de 1989 o de las ya habituales ciclogénesis. Un medio ambiente en buenas condiciones, además de frenar el cambio climático, permite minimizar los daños producidos en esas situaciones. Está bien que desde los gobiernos se inste a la ciudadanía a recoger selectivamente la basura, a reducir el consumo de agua, a usar el transporte público, etc., pero mientras no se produzcan cambios sustanciales en el modelo económico actual, donde se sigue priorizando la economía sobre la protección del medio ambiente, cada vez estará más cercano el punto de no retorno.

Según la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), auspiciada por Naciones Unidas, “Las trayectorias actuales no permiten alcanzar los objetivos para conservar y utilizar de manera sostenible la naturaleza, ni lograr la sostenibilidad, y los objetivos para 2030 en adelante solo serán factibles mediante cambios transformadores en las esferas económica, social, política y tecnológica.”

Hace 60 años Rachel Carson advirtió que los problemas ambientales podrían llegar a provocar una Primavera silenciosa. Igualmente, no eran pocos los avisos de que se podía producir una pandemia a nivel global, pero ningún gobierno se los tomó en serio. Y a punto de cumplir 25 años, el protocolo de Kioto sigue sin ser tomado en serio por una gran parte de los países, así que no es de extrañar que algunos científicos consideren que es posible que ya hayamos superado el punto de no retorno, y ya no nos quede más que afrontar las consecuencias.