Publicado en Epistemología y cultura científica

Asociaciones científicas para hacer frente a las diversas amenazas del mundo actual

He elegido el apartado Science & Democracy de la web de Union of Concerned Scientists (UCS-Asociación de Científicos Preocupados), por el interés de esta iniciativa en el momento actual. La avalancha de fake news que se estaba produciendo en los últimos años, agravada por la llegada a la Casa Blanca de Trump, junto con la situación de emergencia sanitaria a nivel mundial originada por la COVID-19, hace más necesario que nunca que las decisiones políticas se tomen basándose en las evidencias científicas.

En la introducción, titulada “A qué nos enfrentamos”, considera que las decisiones políticas deben basarse en hechos y evidencias para que sean prácticas y efectivas, y que deben ser escuchados todos los sectores de la comunidad para que sean justas y equitativas. Por todo ello, la ciencia y la democracia deben ser compañeros inseparables para que las decisiones públicas sirvan al interés general. El conflicto surge cuando no coinciden el interés público y el de los poderosos, y son los más débiles los que más sufren sus consecuencias. El objetivo del Centro para la Ciencia y la Democracia surgido dentro de la asociación trabaja para hacer frente a esas situaciones ofreciendo ciencia robusta e independiente, que sea eficaz en la toma de decisiones y sirvan al bien común.

Comienza el apartado “Manteniendo una ciencia pública fuerte” poniendo varios ejemplos de las contribuciones que han hecho los científicos que han trabajado para el gobierno de EE. UU. al bienestar común: vacunas, llegada a la Luna, Internet, para, a continuación, exponer la vulnerabilidad de esta ciencia gubernamental cuando las evidencias amenazan los intereses de los poderosos. Dicho Centro trabaja para resistirse a los posibles abusos y ayudar a las infraestructuras científicas federales a mantenerse independientes en orden a que puedan seguir realizando su labor. La UCS lleva desde 2004 denunciando y enfrentándose a esas interferencias cada vez que se han dado. Entre sus funciones se encuentran las de asegurar que los trabajos científicos se comunican libremente sin censura, restricciones o tergiversaciones; así como apoyar y defender a los científicos y científicas cuando sufren intimidaciones o acoso. La metodología utilizada para evaluar las amenazas a la integridad científica es la elaboración de encuestas e informes sobre las condiciones en las que trabajan los científicos y científicas en las agencias gubernamentales.

Dentro de este apartado desarrolla con más detalle otros aspectos de este ámbito y, entre ellos, tiene uno dedicado a que los científicos expliquen cómo ha sido trabajar en la administración Trump, y en otro, cómo, desde el inicio de la pandemia, la opinión de los asesores científicos ha sido rechazada de forma reiterada por el presidente.

A mi juicio, es fundamental en la situación actual que los científicos y científicas se organicen para poder hacer frente a las amenazas de la sociedad actual. No solo a las provocadas por los intereses políticos o por los poderes económicos, también a los surgidos como consecuencia del avance de las tecnologías de la información y la comunicación, ya que en la actualidad cualquier persona desde su casa puede generar contenidos falsos y desinformaciones que se difunden rápidamente, y que pueden llegar en pocas horas hasta el último rincón del planeta. Por eso, además de intervenciones surgidas en y para el ámbito científico, como la de la UCS en EE. UU., me parecen de gran relevancia otras iniciativas complementarias dirigidas al público general surgidas de la colaboración de periodistas y científicos, como Maldita Ciencia y The Conversation, encargadas de desmontar bulos y desinformaciones, así como de proporcionar información basada en evidencias científicas.