Hoy entrevistamos a Vera Rubin, una mujer que para conseguir el sueño de su niñez tuvo que superar estrecheces económicas, incomprensión y desdén de profesores y profesoras, prejuicios machistas, burocracia, dificultades para conciliar la vida familiar y dogmatismo por parte de algunos de sus colegas científicos. Pero que, también hay que decirlo, contó con la ayuda inestimable de sus padres y de su marido, de algunos profesores y profesoras, y de otros colegas astrónomos, que confiaron en ella desde el primer momento.
Pregunta: Hola Vera, gracias por permitirnos conocer algunos detalles de tu vida. A pesar de todas las dificultades, finalmente conseguiste cumplir el sueño de tu niñez: ser astrónoma.
Respuesta: Gracias a vosotros por vuestro interés. Pues sí, y me considero muy afortunada. Sé que hay muchas personas que se han pasado toda su vida luchando y no han llegado a hacer realidad sus sueños. Yo tuve la suerte de conseguirlo e, incluso, llegar más allá de lo que me hubiese imaginado.
P.: Hablas de suerte, pero la verdad es que, para superar todos los obstáculos que encontraste, muchos y de gran entidad, hace falta algo más. Toda tu vida has sido una trabajadora incansable.
R.: Sí, pero cuando dedicas tanto tiempo a lo que te gusta, no representa un sacrificio tan grande. Además, mis padres siempre me enseñaron que nada se nos concede simplemente por haber nacido, que solo con el esfuerzo podemos conseguir lo que queremos, y que, para ello, muchas veces nos toca hacer cosas que no nos gustan.
P.: Es una buena lección de vida, hoy que los jóvenes están acostumbrados a conseguir lo que quieren casi sin esfuerzo, y que tienen poca tolerancia a la frustración….
S. Sí, me parece una situación preocupante. Ni siquiera en una familia con muchos recursos se puede conseguir todo lo que se desea, ya que todo no depende del dinero. La vida puede llegar a ser muy dura, y hay que estar en condiciones de poder afrontar momentos difíciles. Mi madre siempre decía que hay que ir poco a poco aprendiendo a superar pequeños obstáculos para que cuando llegue uno grande estemos preparados.
P.: El apoyo de tu familia ha sido fundamental, ¿no es así?
R.: Totalmente, he pasado muchos momentos en que, si no llega a ser por la familia, probablemente hubiese tirado la toalla. En unos momentos, mis padres; en otros, mi marido Bob, y en otros, como durante mi maternidad, todos ellos juntos. Me resulta imposible imaginar mi carrera como astrónoma sin ellos.
P.: Realmente Bob fue un marido poco habitual en su época, ¿no?
R.: Muy cierto, en los años cincuenta, un hombre con una carrera científica y académica, que estuviera dispuesto a dedicar una parte considerable de su tiempo a la carrera de su esposa y a la familia, no era para nada habitual. Y, desgraciadamente, aunque la situación ha mejorado bastante, creo que tampoco lo es en la actualidad.
P.: Así es, los problemas para conciliar la vida familiar con la investigación y la docencia son algunos de los obstáculos que, todavía hoy, impiden a las mujeres alcanzar puestos de relevancia en el mundo laboral, en general, y en el científico en particular. Cambiando de tema, durante tu formación académica, te topaste con profesores y profesoras de la vieja escuela, que ni se molestaban a enseñar ciencias a una chica; o que, en el extremo contrario, creían que una mujer no podía compatibilizar su carrera con tener una familia.
R.: Afortunadamente creo que eso sí ha cambiado bastante. Son mentalidades de otra época, muy cerradas, y la realidad ha demostrado que las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres. Ahora nadie se extraña de que haya mujeres en ámbitos científicos; es cierto que en algunas ramas de la ciencia todavía son minoría, pero en otras, como en las ciencias de la vida, son mayoría. Habría que analizar el porqué de esa diferencia.
P.: Antes de terminar, no podemos olvidar a profesores y profesoras, y a colegas que fueron claves en tu vida profesional. Algunos de ellos, como Richard Feynman, llegaron a ser premios Nobel.
R.: Sí, y no son pocos. Algunos de ellos, célebres como Feynman, que además de ser extraordinarios como científicos y divulgadores, también lo eran como personas. Pero he tenido muchos que no son conocidos fuera de su ámbito, y que también determinaron mi vida profesional y me enseñaron a ser mejor persona. Por ejemplo, Martha Carpenter me inició en la astronomía esférica y en la dinámica de las galaxias, y me gustaron tanto esos temas que han sido mi especialidad. Los padres jesuitas de la Universidad de Georgetown, especialmente el padre Heyden, extraordinarios científicos, profesores y personas. Qué decir de George Gamow, que de un artículo que escribió medio en broma, medio en serio, saqué mi tema de máster, con unos resultados que revolucionaron la comunidad astronómica, y que desataron una polémica que casi me hace dejar la ciencia. Sin embargo, tuve la suerte de que me dirigió la tesis y conseguimos unos resultados espectaculares. Y, aunque hay más, por no extenderme, acabare con Kent Ford, el compañero ideal de trabajo, con el que he conseguido los resultados más conocidos, el descubrimiento de la materia oscura. Pero podría seguir: Martha y Geoffrey Burbidge…
P.: Pues con la materia oscura, su descubrimiento más conocido, terminamos. Sobre ella, en su momento comentaste que «Esta materia oscura es tan importante para nuestra comprensión del tamaño, forma y destino final del universo, que su búsqueda probablemente dominará la Astronomía en las próximas décadas». Y así ha sido hasta el momento: 45 años después no hay ninguna explicación mejor que la de la materia oscura a las observaciones de los movimientos de las estrellas dentro de las galaxias. Muchas gracias, Vera, por tu trabajo de una vida y por esta entrevista.